Los paisajes, las ruinas, la gente, todo era sobrecogedor... todo parecía sacado de un cuento.
De cuento también fue nuestra visita a la embajada de Irán. Después del revés con el Visado de Azerbaiyán, solo nos quedaba la opción de pedir un visado de tránsito para Irán, cruzar este país por el norte lo antes posible, atravesar Turkmenistán, y así llegar a nuestro siguiente objetivo: Uzbekistán.
Como las cosas habían ido como la seda en este aspecto, confiamos demasiado en nuestra suerte, que se terminó cuando el tipo de la embajada nos dijo que tardaban 3 semanas en preparalo.
Así que nuevo gabinete de crisis, y nueva decisión: volar a Uzbekistán, visitar el país, y volver a Armenia cuando el visado de Irán estuviera listo.
Dicho y hecho.
Pero antes... esto es Armenia.
La carta verde no sirve aquí, así que hay que contratar un seguro.
Unos 6 euros por 10 días.

Al fondo el Ararat.

La línea de vallado es la frontera entre Armenia y Turquía.









Ilustración del motivo de la muerte de esta familia.







Debilidades que tiene uno...


Lago Sevan.


Despegando en Yerevan, con el Ararat al fondo, camino de Tashkent, Uzbekistán.

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