martes, 28 de febrero de 2012

35 Irán -Esfahan- parte I

Dejamos Persépolis mientras la lluvia cae con fuerza. Una lluvia agradecida por los lugareños que apenas la ven unos pocos días al año.
Estamos a finales de noviembre y la temperatura empieza a bajar considerablemente según nos dirigimos hacia el Norte.
Las carreteras son muy buenas, y las que están en peores condiciones están siendo asfaltadas.


Aún nos quedan 200 kms hasta Esfahan y de repente entra en la cabina un olor raro, parece que algo se quema. Pero el olor dura unos segundos y desaparece. No me fío ni un pelo así que voy atento a todos los indicadores. Nada.
A los 10 minutos un chirrido estridente me hace dar un frenazo y apago el motor antes incluso de que el coche se pare en el arcén.
La correa del ventilador está rajada. No se ha llegado a partir y no ha causado ‘daños colaterales’.


Aunque llevamos 300 kms circulando por una carretera en medio de la nada tenemos suerte porque en ese momento pasábamos por un pueblecito en el que si bien no hay mecánico hay al menos un puesto de policía, desde el que llaman a una grúa.
Nos llevan 30kms hacia atrás hasta un pueblo llamado Abadeh donde Naser, el mecánico, hace lo imposible por localizar una correa y un rodamiento a esas horas de la noche. Y después de unas horas pasando un frío helador conseguimos que el coche vuelva a andar, y lo celebramos por todo lo alto.

Por la mañana salimos temprano hacia Esfahan y vamos directamente a un Hotel-Camping de la cadena ITTIC, donde estuve hace 6 años.
La mayor parte del terreno que antes dedicaban a camping ahora está ocupado por unos bungalows de graciosas formas.

Camino a Esfahan... a mí este tipo me suena...!

Acceso al Hotel Camping

Exactamente en el lugar donde ahora están estos bungalows...

...hace unos años acampamos con dos furgonetas.


Esfahan sigue siendo mi ciudad favorita en Irán.

La plaza Naghsh e Jahan es uno de los sitios más impresionantes que he visto en mi vida, si no el que más. Puedes pasar horas en esa plaza porque si algo tiene que suceder en Esfahan sucederá allí: dar vueltas y vueltas mirando escaparates, sentarse en un banco a curiosear cómo es la vida de los iraníes, comer en alguno de los restaurantes cercanos, visitar la tienda de alfombras ‘Nomad’ para saludar a Hossein después de tanto tiempo, entrar en las magníficas mezquitas, conocer a Amir que trabajó 20 años en Canarias y finalmente volvió a su país, recorrer las calles del bazar en busca de tesoros...








Hasta hace unos años el río Zayandeh llevaba gran cantidad de agua en cualquier temporada. Parece que la construcción de alguna presa y el desvío del agua para el consumo en algunas ciudades hace que en verano el cauce esté completamente seco en el centro de Esfahan. Sin embargo estamos de suerte y ahora el río está hasta arriba! No me imagino recorrer los 300 metros que tiene el puente Sio-Se sin una gota de agua bajo sus 33 arcos.

Éste es otro de los puntos ‘agitados’ de la ciudad. Cientos de personas pasean por él, toman té en la terraza que parece flotar sobre las aguas, se hacen fotos como cualquier turista extranjero, pasean en barquitas con forma de cisne gigante, se tumban sobre la hierba de los jardines cercanos a descansar, se sientan a charlar...
Y no solo en el puente Sio-Se, también en el Khaju y en muchos otros.









En uno de los extremos del puente Sio-Se se encuentra la tetería más famosa de Esfahan




Puente Khaju



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1 comentario:

  1. Muy acertado Yors...pero echo en falta alguna instantánea de grupo en el hostel, especialmente del jardinero fiel.Sin mencionar el "incidente"....

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